Historia del culto
El culto a María Lionza se distingue por el sincretismo.
Es una mezcla de expresiones religiosas: católicas, nativas de centroamérica y cultos animistas africanos. Hasta 1950 muchas de estas prácticas religiosas no eran dadas a conocer a la luz pública, se mantenían ocultas, por lo tanto eran muy pocos los venezolanos que asistían a la montaña de Sorte y estaban en conocimiento de la leyenda de la Diosa, que sus devotos creían que aun vivía allí. Los cambios económicos de la Venezuela rural (agrícola) a urbana ( industria petrolera), generó el desplazamiento de muchas personas hacia la ciudad y así fue que muchos yaracuyanos trajeron consigo a la capital el culto a María Lionza. Sin embargo siguió siendo un culto espiritualista de unos pocos devotos.
Según los estudiosos de María Lionza el culto es de reciente data, 1950. Es muy probable que hasta antes de los años 50 el mito, sus rituales y prácticas fueran originarios de Venezuela, posteriormente, en los 60, Venezuela comenzó a recibir inmigrantes cubanos y haitianos, que adoptaron el culto de María Lionza pero contribuyeron al culto con algunos elementos “yoruba” que provienen de Santería y Vudú.
Se han hecho importantes trabajos de diferentes marcos teóricos que intentan explicar la popularidad del culto a María Lionza desde una perspectiva psicológica, sociológica y antropológica, sin obtener resultados contundentes.
El Mito de María Lionza: ¿Cómo se volvió una diosa?
Hay más de 25 relatos de leyenda sobre la diosa. Los etnólogos han descubierto que el mito es constantemente escrito en los círculos espiritistas del culto a María Lionza. Sin embargo, es difícil encontrar una versión escrita del mito.
En este trabajo las versiones del mito que se mencionan se tomaron de la lectura que hace Girardi del mito de María Lionza, (s/fc.), que reseña como los más importantes y más aceptados por los devotos:
Relato 1
Maria Lionza fue una doncella Nívar, hija encantada de un poderoso cacique de Nirgua. El Chamán de la aldea había predicho que cuando naciera una niña de ojos extraños, ojos color verde agua, había que sacrificarla y ofrendarla al Dueño de Agua, al Gran Anaconda porque de no hacerlo así, vendría la ruina y la extinción de los Nívar. Pero su padre fue incapaz de hacerlo y escondió a la niña en una cueva de la montaña, con 22 guerreros que la vigilaban y custodiaban su salida. Ella tenía prohibido verse en los espejos de agua, pero un día una fuerza misteriosa adormeció a los guardianes y la bella joven salió de la cueva y caminó hasta el lago, descubriendo su propio reflejo en el agua. Ella estaba encantada con su visión. Así despertó al Dueño de Agua, al Gran Anaconda, quien emergió de las profundidades, enamorándose de ella y atrayéndola hacia si. En el lago, Maria Lionza y la poderosa serpiente celebraron una comunión espiritual y mística. Cuando su padre descubrió esta unión, intentó separarlos. Entonces la Anaconda creció, se hizo enorme, y estalló provocando una gran inundación que arrasó con la aldea y su gente. Desde ese día Maria Lionza se volvió la Diosa protectora de las Aguas Dulces, Los Bosques y Los Animales Silvestres.
Relato 2
Según Antolinez (1945), etnógrafo, hace mucho tiempo atrás la gente de Yaracuy (Jirjana), recibió un aviso o premonición de que una niña de ojos verdes iba a nacer. Eso se consideraba un alerta, porque sus ojos podrían ser una señal de malos tiempos por venir y, si veía su reflejo en el lago cercano, una monstruosa culebra podría salir de ella y traer muerte y destrucción. Bajo esta profecía, y justo antes de la conquista española, una niña de ojos verdes nació. Estaba destinada a ser sacrificada a la gran Anaconda, por el aviso recibido. El padre la salvó y la envió a un lugar secreto donde creció. Veintidós guardias la cuidaron en esa nueva casa y se encargaban enérgicamente de prevenir que la niña se acercara al lago. Un día los guardias se durmieron y ella se escapó de ellos. Fue al campo y encontró en su camino un bello lago, y con fascinación, vio su reflejo en el agua. Desde ese momento en adelante, ella tomó la forma de una anaconda y creció tanto que su cuerpo explotó y desbordó las aguas y trajo inundaciones al pueblo. Su cabeza estaba en Acarigua y su cola en Valencia.Relato 3
El Cacique, indio de Yaracuy, tenía una niña de ojos verdes deslumbrantes. Era una buena señal para la familia y la comunidad, que tanto necesitaban en los tiempos duros de la conquista española. A medida que crecía se convirtió en un amuleto de salvación para la comunidad. El nombre de la niña era Yara. Tupi, su madre, la llevó a la montaña donde permanecía a salvo bajo el cuidado de un regimiento de guardias. Sin embargo, la situación con los conquistadores españoles empeoró. El encanto de Yara le permitió convertirse en una diplomática para establecer conversaciones con los españoles, y la comunidad puso todas sus expectativas en ella como instrumento de paz. Se reunió con Ponce de León usando el nombre de María del Prado. La conversación fracasó y ella se retiró a la montaña donde desapareció y se mantuvo allá como una diosa.
Algunos estudiosos encuentran a Yara parecida a Uyara, deidad que pertenece a los mitos de los Tupis en Brasil. Antolinez define a Uyara com o una mujer dulce pero con sonrisa melancólica que atrae y captura a los hombres, satisface sus deseos con ellos, y luego los abandona. La lujuria es lo que la impulsa, es una come hombres. Los atributos de Uyara han sido proyectados en María Lionza.
Relato 4
Para 1920 el mito relataba a la diosa como una mujer blanca (Garmendia, 1980). María era hija de una pareja de españoles. Cuando tenía 15 años, desapareció mientras nadaba en un lago. Pero no murió. En cambio, se dice que fue rescatada por una onza. A partir de entonces la onza y María eran una unión, y por ello se le llama María de la Onza. Posteriormente el dialecto popular fusionó el nombre en María Lionza. Hay una versión similar a ésta, en donde María Lionza se llama María Concepción de Sorte, hija de unos españoles, quien creció entre animales del bosque, hasta que un día le atrajo una luz extraña y desapareció. Se fue al cielo y se unió a algunos indios que la hicieron reina y cabalga sobre una onza.
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